Desde 2017, el repertorio de conductas que afectan la identidad digital se ha sofisticado de manera alarmante.
Modalidades como el phishing (engaño por correos o sitios falsos), smishing (sms), vishing (llamadas) y SIM swapping (clonación fraudulenta de la línea telefónica de la víctima), se transformaron en herramientas de trabajo privilegiadas que permiten obtener claves, tokens bancarios y datos personales, con los que luego habilitan al depredador a operar en nombre de la víctima, contratando servicios, tomando créditos, vaciando cuentas bancarias, etcétera.
Son conductas que ya no se limitan al sistema financiero: incursionan en la creación de perfiles falsos, hostigamiento, desacreditación y extorsión.
La irrupción de estas modalidades delictivas ha generado un verdadero sismo soc

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