Los espacios comunitarios que dan de comer a personas pobres en la ciudad de Córdoba están sobrepasados por las demandas. Decenas de estos centros que procuran brindar un plato de comida o una merienda subsisten a duras penas como consecuencia de la caída de las donaciones de entidades de bien público, de comerciantes y de particulares solidarios.
Aquella frase que advierte que en el país de los ajustes a destajo “hay gente que la pasa mal”, se pone de manifiesto cada vez que se examina la situación social de los comedores y merenderos populares.
A la merma sostenida de las colaboraciones, habrá que agregar la brusca retracción de los desembolsos del Gobierno nacional en lo que respecta a fondos y a programas en apoyo de los sectores más empobrecidos.
Lo concreto es que los numerosos es

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