De la que nos salvamos. Por muchos momentos, en los días anteriores, tuve miedo de que otra vez la turba antiminera pudiera dejarnos sin lo que queremos muchos mendocinos y sin lo que decidió el sistema democrático, que es tener una mina de cobre en Uspallata. Pensé que, otra vez, a la fuerza, y sólo por llevar una buena cantidad de bombos, de gente y de pancartas, podían decidir por el resto de la provincia, sólo porque “se la aguantan” y hacen una movilización.

Pero por suerte el fantasma se fue. Hasta el martes estaba presente el fantasma del 2019. Sabíamos desde hacía meses que los votos para que la minería se aprobara estaban. Lo que no sabíamos era qué podía pasar afuera. Es decir, habíamos normalizado la posibilidad de que a nadie le importara lo que deciden los representante

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