“La investigación para nosotros comenzó ayer” , fue la frase de la fiscal Luz Adriana Camargo cuando estalló el escándalo de la infiltración de las disidencias de alias Calarcá en el Ejército y la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI). Lo dijo para advertir al país que no conocía lo que se convirtió en una preocupante revelación.
No es usual que un jefe del ente acusador reconozca que una investigación de semejante relevancia no fuera de su conocimiento, que estuvo 16 meses en la Fiscalía y pasara de agache, sin mayores actuaciones y sin advertir al Gobierno lo que era materia de indagación. Un caso insólito.
La investigación estaba en poder de una fiscal de la dirección especializada contra las organizaciones criminales, cuya jefatura se desarrolla desde Bogotá. El encargado, hast

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