Diversas investigaciones psicológicas muestran que ciertas rutinas tempranas regulan el estrés, mejoran la concentración y favorecen un estado emocional más estable. La clave no está en hacer grandes cambios, sino en incorporar hábitos consistentes que preparen al cerebro para funcionar mejor.
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Desde la American Psychological Association señalan que las primeras horas del día son una ventana biológica en la que el cuerpo responde especialmente bien a estímulos que ordenan los ritmos internos: movimiento suave, luz natural y organización mental. Estos tres factores, sumados, tienen un efecto protector frente a la ansiedad y el agotamiento emocional.
Exponerse a la luz natural en los primeros minutos del

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