Tan presente como impactante. Tan corrosiva como perenne. Tan rechazada casi siempre como tolerada cuando la realidad económica mejora. Así es ya desde hace años la relación de los argentinos con la corrupción, los negocios turbios del poder o los privilegios basados en relaciones con funcionarios. Pero hay momentos en que la intolerancia es más intensa. Esta parece ser una de esas instancias.

A lo largo del año, los casos de corrupción han tenido un protagonismo intenso y extendido en la agenda pública. Intenso por el impacto que causaron los hechos salidos a la luz. Extendido porque han sido transversales, no circunscriptos a un sector, partido o factor de poder.

Si bien el regreso de cierta inestabilidad en las variables económicas facilitó en algún momento que los hechos adquirieran

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