En muchos hogares, el día comienza o termina con el pitido característico de la lavadora. La colada es una tarea diaria para muchas familias con niños, parejas que comparten el hogar o personas que trabajan desde casa y acumulan ropa sucia rápidamente. La lavadora no solo limpia prendas, sino que se convierte en un aliado silencioso de la rutina doméstica, un aparato cuyo uso frecuente requiere cierta planificación para que funcione de manera eficiente y prolongada.
La frecuencia con la que se pone la lavadora varía según la vida en cada hogar. En una familia numerosa, los ciclos pueden ser diarios, mientras que una persona que vive sola puede espaciar los lavados varios días. Sin embargo, no solo importa cuántas veces se usa la máquina, sino cómo se organiza la colada. Cargar correctamente el tambor, separar la ropa según tipo de tejido y elegir el programa adecuado son decisiones que impactan en la durabilidad de la lavadora, en la eficiencia del lavado y en el consumo de agua y electricidad.
Más allá de la técnica, la lavadora está integrada en los hábitos cotidianos. Muchos usuarios aprovechan el tiempo mientras la máquina funciona para realizar otras áreas de la casa o atender tareas personales. Por ello, entender cómo usarla de manera correcta no es solo un asunto técnico, sino una forma de que la rutina diaria sea más fluida y sostenible, evitando sorpresas como prendas dañadas, averías inesperadas o facturas más altas.
Por qué se debe evitar poner dos ciclos seguidos
Aunque puede parecer práctico encadenar dos ciclos de lavado para completar la colada rápidamente, esta práctica puede tener algunas consecuencias. Durante cada ciclo, el motor, la bomba de agua y el sistema de calentamiento trabajan generando calor. Si se inicia un segundo ciclo inmediatamente después, estos componentes no disponen del tiempo suficiente para enfriarse, lo que aumenta el desgaste de piezas internas y reduce la vida útil del aparato.
La bomba de agua, encargada de llenar y vaciar el tambor, también sufre cuando se somete a esfuerzos continuos sin pausa. Los sellos y las juntas pueden desgastarse antes de tiempo, generando ruidos o incluso pequeñas fugas que interrumpen la rutina doméstica. De manera similar, el sistema de calefacción, al no enfriarse completamente, requiere más energía para alcanzar la temperatura deseada, lo que puede traducirse en un mayor consumo eléctrico durante el segundo ciclo.
Desde el punto de vista del consumo energético, iniciar un nuevo ciclo de inmediato hace que algunos componentes trabajen a temperaturas elevadas. En la práctica, esto significa que aunque se termine la colada más rápido, se genera un gasto energético más alto y se acelera el desgaste de la máquina, con posibles molestias para quienes dependen de ella a diario.
Por estas razones, dejar un intervalo de descanso de entre 30 y 60 minutos entre ciclos consecutivos es recomendable. Este tiempo permite que los componentes internos se enfríen y se estabilicen, reduciendo el riesgo de sobrecalentamiento y asegurando que la lavadora funcione de manera constante y eficiente. Para quienes organizan la colada, este pequeño margen se puede aprovechar para doblar ropa limpia, preparar la siguiente carga o realizar otras tareas del hogar, integrando el cuidado del electrodoméstico dentro de la rutina diaria.

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