En México nadie admite que elige su actividad física por clase social.
Todos dicen lo mismo: “lo hago por salud”, “me relaja”, “me encanta la disciplina”.
Pero basta observar diez minutos para descubrir que el cuerpo, silencioso y sin metáforas, está siempre firmando declaraciones socioeconómicas. Porque no es lo mismo correr en un parque cuidado que correr esquivando banquetas rotas; no es lo mismo pagar una mensualidad en un estudio boutique que entrenar en una cancha deteriorada; no es lo mismo practicar yoga con cuencos tibetanos que con una colchoneta desgastada sobre cemento caliente.
La cultura física es también una cultura de distinción: el deporte no sólo moviliza el cuerpo, también delimita territorios y marca capital cultural.
A fin de cuentas, cada quien entrena en el id

La Crónica de Hoy

Intolerancia
El Grafico
El Horizonte
Impacto Latino
Vanguardia
La Voz de Michoacán
Noticaribe
NEWS REPORT MX
Raw Story