La decisión de convertir a Barranquilla en el centro de operaciones del Caribe colombiano no fue un anuncio aislado dentro de la agenda de la aerolínea estatal. Para SATENA, la ciudad se transformó en el punto donde confluyen rutas, necesidades regionales y una apuesta por integrar territorios que durante años dependieron de trayectos terrestres largos y fragmentados. El movimiento empezó a hacerse visible a comienzos de diciembre, cuando la compañía puso en operación cuatro rutas que ampliaron su presencia en la región y redefinieron su papel en la conectividad del norte del país.
La estrategia tomó forma con un despliegue escalonado de rutas que unió a Barranquilla con Montería, Valledupar, Bucaramanga y Aguachica. No se trató solo de nuevas frecuencias en un mapa aéreo saturado, sino d

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