La confirmación oficial de una disputa entre dos grupos criminales por el control del norte del Estado de México, no es un dato menor ni un asunto aislado, es una señal alarmante de que la violencia organizada sigue avanzando mientras, el discurso gubernamental insiste en negar su impacto real, admitir la presencia de cárteles y al mismo tiempo asegurar que no hay incremento delictivo, revela una narrativa contradictoria que pone en entredicho la estrategia de seguridad y la capacidad del Estado para contener el crimen organizado.

El caso de Acambay, exhibe con crudeza la profundidad del problema, la detención de 12 elementos de la Dirección de Seguridad Pública municipal, incluido su director, tras un enfrentamiento con policías estatales, no es un hecho anecdótico, es la evidencia de qu

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