La ibogaína, un alcaloide psicoactivo obtenido de la raíz del arbusto africano Tabernanthe iboga, se ha convertido en un imán para estadounidenses que buscan alternativas para lidiar con adicciones graves o trastornos de estrés postraumático (TEPT). Aunque su uso está prohibido en Estados Unidos , clínicas instaladas en ciudades turísticas de México —como Tijuana, Rosarito, Tulum o Los Cabos— ofrecen tratamientos que combinan relatos de recuperación profunda con advertencias médicas severas.

Su origen es ancestral: comunidades de Gabón, Camerún y la República del Congo la han usado en rituales espirituales por generaciones. En las últimas décadas, sin embargo, la sustancia ganó notoriedad internacional por reportes que apuntan a su capacidad para interrumpir el consumo de opiáceos, red

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