La inteligencia emocional —la capacidad de reconocer, gestionar y expresar adecuadamente las propias emociones— se ha vuelto indispensable en el mundo actual. La hiperconexión digital amplifica la información, las comparaciones y las tensiones sociales, haciendo que las personas enfrenten un flujo constante de estímulos difíciles de procesar.

Uno de los mayores retos es aprender a identificar lo que se siente antes de reaccionar. En redes sociales, el impulso inmediato domina: publicar, responder, discutir. Este ritmo promueve respuestas poco meditadas que pueden escalar conflictos. La inteligencia emocional propone lo contrario: pausar, nombrar y analizar. Esa pausa breve puede cambiar por completo la comprensión del problema.

La empatía también juega un papel central. Interactuar con m

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