El café continúa desempeñando un papel fundamental en el desarrollo rural, consolidándose como una actividad económica clave para miles de familias campesinas y comunidades productoras. Más allá de su aporte a las exportaciones, el cultivo cafetero dinamiza economías locales, genera empleo y fortalece el tejido social en amplias zonas rurales del país.

En las regiones cafeteras, el café es una fuente constante de ingresos que permite la permanencia de las familias en el campo. La cadena productiva involucra labores agrícolas, procesos de transformación, transporte y comercialización, lo que se traduce en oportunidades de trabajo y emprendimiento para jóvenes y pequeños productores.

El avance en prácticas sostenibles y la tecnificación del cultivo han permitido mejorar la productividad y

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