Carlos Ramírez

Valencia vibró, bailó y cantó a pleno pulmón durante más de dos horas en un concierto que fue mucho más que un recital: un reencuentro generacional con el legado musical más divertido del país.

Durante la noche del viernes 12 de diciembre, el Wynwood Park se transformó en el epicentro de la fiesta en Carabobo. Los Amigos Invisibles, una de las bandas venezolanas con más carisma y trayectoria internacional, tomó por asalto el escenario y, con su mezcla inconfundible de funk, disco y ritmos latinos, puso a miles de valencianos a bailar sin cesar.

El show, que comenzó pasadas las 10:40 de la noche bajo un imponente despliegue de luces y sonido, fue una cápsula del tiempo que transportó al público a través de tres décadas de éxitos. Al frente, dos pilares fundamentales de la

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