Patricia Bullrich no quería esperar ni siquiera a Javier Milei. Puertas adentro del gobierno, la ex ministra de Trabajo de Fernando De la Rua presionaba para que el proyecto de reforma laboral entrara antes al Senado y no tuviera ni medio guiño al colaboracionismo sindical. El martes pasado, cuando el presidente estaba perdido en Oslo a la espera de María Corina Machado, Bullrich era la más vehemente en la reunión de la mesa política en Casa Rosada. La ahora senadora necesita vengar sus dos fracasos anteriores en el poder y precipitar la ofensiva final contra el sindicalismo argentino.

Aunque todos acordaban con el 95% de lo que Federico Sturzenegger había incluido en el corazón de la ley, Bullrich logró unir en su contra a Santiago Caputo, Martin Menem y Diego Santilli. Acostumbrados a p

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