El PSOE libra una terrible batalla contra sí mismo frente a un espejo cóncavo que le arroja al rostro sus deformidades. Las denuncias de índole sexual han dejado a la militancia en shock. El cóctel de poder, dinero y acoso no puede ser más explosivo. Los militantes apenas aciertan a preguntarse qué clase de indeseables estaban al lado de Sánchez. Los guardianes de la política decente resultaron los más indecentes. El partido no ha logrado frenar los desmanes del Gobierno, sencillamente, porque no existe. Ni el chantaje independentista, ni la corrupción le hicieron reaccionar porque carece de voz propia. El militante sólo se alimenta del populismo que clama contra la derecha reaccionaria, aunque muchos sospechen que detrás del ruido no hay nada. Han tenido que estallar las denuncias contra

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