El turismo comunitario se ha convertido en una de las apuestas más sólidas de Colombia para impulsar el desarrollo rural sin afectar los ecosistemas ni las tradiciones locales. En departamentos como Nariño, Cauca, Chocó, La Guajira y el Amazonas, comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes lideran experiencias turísticas basadas en el respeto por la naturaleza y la identidad cultural.

Este modelo permite que los visitantes convivan con las comunidades, conozcan sus costumbres, participen en actividades agrícolas, recorran senderos ecológicos y degusten gastronomía tradicional, todo bajo principios de sostenibilidad.

Además de generar ingresos directos, el turismo comunitario fortalece el arraigo territorial, reduce la migración forzada y fomenta la conservación de bosques, ríos

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