Cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que Gustavo Petro será el siguiente después de Nicolás Maduro, no lanzó una frase ligera ni un exabrupto de campaña. Emitió una advertencia geopolítica. Una señal clara de que Washington ya no mira a Colombia como el socio confiable que durante décadas fue un pilar de la estabilidad regional, sino como un país que se desliza peligrosamente hacia la órbita del narcotráfico, la permisividad criminal y las alianzas equivocadas.
El problema no es Trump. El problema es Gustavo Petro. Su Gobierno desmontó, debilitó y deslegitimó la política de combate al narcotráfico mientras los cultivos ilícitos crecen como nunca antes. Colombia volvió a romper récords en producción de coca, los grupos narcoterroristas recuperaron control territorial,

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