Si bien la pasión puede entenderse como una devoción o adoración hacia alguien o algo –y de hecho la Real Academia Española establece como sinónimos los términos “vehemencia”, “preferencia”, incluso, “amor”–, también se define como un padecimiento, una “perturbación o afecto desordenado del ánimo”. Pasión presenta, entonces, una ambivalencia de sentidos que ya los antiguos griegos observaban: una fuerza poderosa y, a la vez, peligrosa que asociaban al eros y al deseo. Aristóteles habló de “purificación” o “purgación” de las pasiones –principalmente del miedo y la compasión–, a través de la catarsis en el espectador de una tragedia y, así, experimentar un alivio para llegar a un estado de equilibrio y depuración. Pero ¿qué tipo de actitudes y acciones aparecen hasta tanto no llegue la mesur

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