No resulta exagerado afirmar que ningún país al sur del río Grande tiene una legislación laboral más orientada a proteger los derechos del trabajador que Argentina, tanto en lo referido a cuestiones vinculadas con horarios, descansos y vacaciones, como en disposiciones relativas a la salud.

Hay que reconocer que hasta los años 1970, ese conjunto de normativas funcionó como expresión de un mundo hoy casi extinguido.

Ese vasto cuerpo legal fundó el desarrollo de numerosos convenios laborales, algunos muy adelantados para su época, y a la vez cimentó el surgimiento de un poder sindical que marcó la historia del país, en el buen y en el mal sentido.

Los gremios se fortalecieron asociados con las distintas versiones del peronismo que se sucedieron desde la década de 1940.

En ese contexto hi

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