Una pequeña pieza de titanio en mitad de la pista fue suficiente para apagar el sueño de volar más rápido que el sonido. Ocurrió el 25 de julio del año 2000, hace ahora 25 años. Ese día, el Concorde despegaba del aeropuerto Charles de Gaulle de París rumbo a Nueva York. Pero nunca llegó . Una lámina metálica caída en la pista reventó una rueda, un trozo de goma perforó el depósito de combustible y, en segundos, el avión se convirtió en una bola de fuego. Murieron 113 personas. Fue el primer accidente del Concorde. Y también el último

Ese vuelo no solo marcó el final de una tragedia. Fue el principio del fin de los vuelos supersónicos comerciales . Nunca más un pasajero voló de París a Nueva York en tres horas.

Pero antes de ese día, el Concorde fue mucho más que un avión . Fue un

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