En 1980 la vida de Víctor Hugo Robles sufrió un parteaguas. Debido a una situación injusta llegó al CERESO 1 de Hermosillo a pagar una condena por transportar enervantes, hecho del que asegura no haber sido culpable y cuya condena le redujeron por tener buena conducta, enseñar a leer y escribir a otros, y trabajar en la cocina del penal.
Su sentencia habría sido por seis años, pero por los mencionados motivos la redujeron a tres . A veces recuerda con nostalgia todo lo que involucraba preparar los alimentos.
Afirma que la necesidad de alimentarse y la convencía que se da entre los internos, lleva a que se elaboren platillos con alto nivel culinario. Su favorito era el cocido.
El señor Víctor salió de prisión en 1983, a décadas de su encierro, celebra que pueda mejorarse