Por Betiana Fernández Martino, CNN en Español
La mañana del 11 de julio amaneció nublada. Juan Pedro Martínez Piedraita, un inmigrante afrouruguayo, y su pareja, Paola Arismendi, se despertaron en su casa de Merlo, en la provincia de Buenos Aires, con esa mezcla de ansiedad e ilusión que solo conocen quienes pasaron años esperando su ciudadanía. Después de casi dos décadas viviendo en Argentina, Juan Pedro pensó que por fin iba a dejar atrás la residencia precaria para conseguir la permanente.
Lo que Martínez Piedraita y su esposa no sabían es que, después de años juntando documentación, presentándose de manera voluntaria en la Oficina de Migraciones cada tres meses, cumpliendo con los requisitos para quedarse en el país, no solo no obtendría su DNI, sino que sería obligado a dejar Argen