Se cierra julio, con la certeza de que en septiembre habrá informaciones nuevas de los casos de corrupción, habrá sobresaltos y, muy probablemente, nuevos señalados judicialmente.
Los dirigentes del PSOE se van de vacaciones con la sensación que tiene un boxeador cuando suena la campana y se dirige al rincón a coger un poco de aire. No se trata solo de la dirección de Ferraz o del ejercito monclovita que saben la que les viene encima en el próximo asalto.
Luego están los otros dirigentes, a los que les toca la peor parte, cientos de líderes municipales que se juegan el ser o no ser dentro de año y medio. Alcaldes que no mantendrán sus mayorías y aspirantes que ven truncadas sus posibilidades. Se trata de una estructura silenciosa que individualmente no tiene peso interno, pero que sumada