Durante las vacaciones de invierno, los niveles de ocupación turística variaron notablemente según la región y el tipo de destino. Se observó una tendencia general a las estadías cortas de entre 4 y 5 días, contrataciones de último momento y viajes combinados. Esta dinámica afectó de forma dispar la ocupación en todo el país.
“El escalonamiento del receso permitió una mejor distribución del flujo turístico que ayudó a sostener y extender el movimiento a lo largo de julio, aunque por supuesto tiene como contrapartida la desconcentración de la ocupación. Estamos ante un turista cambiante, que ya no realiza reservas anticipadas, que toma decisiones de último momento y que elige estadías más cortas y visitar más de un destino”, aseguró Laura Teruel, presidenta de la Cámara Argentina de Turism