Antes que actriz, antes que ganadora del Oscar, antes que ícono del cine de horror o madre intercambiando cuerpos en una comedia familiar, Jamie Lee Curtis es, ante todo, una mujer que ha elegido vivir con verdad. Aunque nació bajo los reflectores del linaje hollywoodense —hija de Tony Curtis y Janet Leigh—, ha pasado su vida desmantelando los mitos que rodean la fama, desafiando las expectativas del medio y abrazando sus sombras con honestidad brutal.

Sobriedad, su mayor logro

En un mundo que suele medir el éxito por premios y aplausos, Curtis ha dejado claro que su triunfo más importante no fue en una alfombra roja, sino en su batalla contra la adicción. Durante una década, vivió atrapada en el abuso de opiáceos y alcohol, todo mientras mantenía intacto su estatus en Hollywood. “Lo ú

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