
Este texto se publicó por primera vez en nuestro boletín Suplemento cultural, un resumen quincenal de la actualidad cultural y una selección de los mejores artículos de historia, literatura, cine, arte o música. Si quiere recibirlo, puede suscribirse aquí.
Soy asturiana. Lo digo para que se entienda que, viniendo de donde vengo, la lluvia me ha pillado en más de una ocasión sin paraguas y me ha calado hasta los huesos. Y aquí sigo.
Por eso, cuando comencé a leer las novelas de Jane Austen no entendía el jaleo que se montaba cada vez que una de las protagonistas se iba a pasear, se veía sorprendida por las nubes, y volvía a casa empapada flirteando con el riesgo de morir por un resfriado. Marianne Dashwood en Sentido y sensibilidad, una dramática adorable, es el mejor ejemplo de esto.
Con el tiempo aprendí que una mojadura en los años 90 o 2000 no era lo mismo que una a principios del siglo XIX. Así lo cuenta Ana Fernández Mosquera. También deja caer que, no obstante, aunque Austen estuviese interesada en temas sanitarios, era todavía más partidaria de utilizarlos como giros narrativos. Porque si Jane Bennet no se hubiese puesto malísima en casa de Charles Bingley (después de una tormenta), Elizabeth no hubiese tenido que acudir a socorrerla y, de paso, intimar con el desagradable pero tentador señor Darcy.
Si lee esto desde algún sitio tórrido, me pareció un bonito detalle empezar hablando de frío, agua y bajas temperaturas, aunque solo fuese para engañar a la mente.
Decidir qué es bello
Confesaré que la primera vez que Lara López Millán me expuso el tema de la belleza en las imágenes de las redes sociales, me pareció que era algo interesante, sí, pero que afectaba a un puñado de gente, tal vez numeroso pero no abrumador.
Sin embargo, estaba equivocada. Como ella bien explica, por un “sesgo de confirmación óptico”, en base a lo que hemos elegido en determinados momentos, un algoritmo selecciona las imágenes que vamos a recibir en redes, las que cree que nos van a gustar, determinando por nosotros qué vamos a considerar bello.
Y aunque parece que solo hablamos de fotografías de Pinterest, el subtexto es mucho más importante y existencial. Porque si alguien comienza a decidir por nosotros qué es bello y qué no, sin que nos demos cuenta, se abre la puerta a que el mundo se acabe volviendo un lugar más homogéneo y claustrofóbico.
Graciela Iturbide, mirar con dignidad
Este año Graciela Iturbide ha sido galardonada con el Premio Princesa de Asturias de las Artes, que recogerá en Oviedo en otoño.
Y coincidiendo con este reconocimiento, la Fundación Casa de México en España ha inaugurado una retrospectiva de la fotógrafa mexicana en Madrid que estará abierta hasta septiembre y que muestra algunas de sus imágenes más representativas.
A través de sus ojos, como nos cuenta Francisco Quirarte, Iturbide convence de que mirar “es un acto de amor y resistencia”.
Escuchar un slow with you tonight
Desde hace unos años se ha puesto de moda el movimiento slow food, como reacción a la comida rápida y, en general, a la aceleración del mundo en el que vivimos.
Nosotros, en el verano de 2024, nos dimos a la slow music, que no es música lenta para bailar agarrao’ (como diría Luis Eduardo Aute), sino una propuesta para seleccionar álbumes de música de diferentes géneros que merezca la pena escuchar sin hacer nada más: ni las tareas de casa, ni el trabajo, ni ejercicio ni nada.
La idea acabó con una serie ecléctica de discos para reproducir, sentarse (permitimos también pasear lentamente) y atender.
La ropa que nos define
Como ovetense que soy (para concretar todavía más la asturianía ya anunciada), me he pasado las últimas semanas viendo a gente pasear por la calle con diferentes camisetas del equipo de fútbol del Real Oviedo (para quien no sepa de qué hablo, hemos subido a Primera división después de 24 años).
Entre lo que hacían mis conciudadanos y el blokecore, la tendencia de vestir, por puro gusto estético, camisetas de fútbol, hay una finísima línea (¿ese señor que se hace una foto delante de la Torre Eiffel con vaqueros y camiseta del Liverpool es un red o sigue la moda?). Y esa línea, como explica Sandra Bravo, es tanto estética como cultural.
Hablando de ropa, las más afortunadas estarán leyendo esto no con camiseta y pantalones sino al lado del mar y protegidas bajo una sombrilla (el cuidado ante todo), vestidas con un bikini… “Bikini”, una interesante palabra compuesta por bi-, que significa dos, y -kini, que significa… nada.
Rosalía Cotelo García disecciona la etimología de la prenda veraniega por excelencia y la de toda una familia de palabras cuya raíz nos hemos inventado.
Y cerramos la sección de moda con un ramillete de prendas que ahora nos son desconocidas pero que eran habituales en los escenarios teatrales del Siglo de Oro.