El vocal del Poder Judicial, elegido a iniciativa de Sumar, defiende que “la cultura del pacto no es una derrota” y que la institución “no puede quedar paralizada” por los desacuerdos entre bloques

El sector conservador certifica su dominio en el Poder Judicial tras adjudicar las dos salas clave del Supremo

Carlos Hugo Preciado (Tarragona, 1969) acaba de cumplir un año como vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Juez desde hace casi dos décadas, recaló en el órgano a iniciativa de Sumar tras recibir el aval de la asociación Juezas y Jueces para la Democracia. En este tiempo se ha desvelado como una especie de verso suelto dentro del grupo progresista, del que se ha desmarcado en más de una veintena de votaciones sobre nombramientos. A su juicio, para favorecer candidaturas “con mayor mérito capacidad y sensibilidad progresista” y después de que se le dejara fuera del grupo negociador.

Afirma que entre el sector de vocales elegidos a iniciativa del PSOE y Sumar hay “puntos de discrepancia” que “habría que intentar gestionar de forma mejorable” y defiende que “la cultura del pacto no es una derrota” y que la institución “no puede quedar paralizada” por los desacuerdos entre bloques. De este primer año de mandato pone en valor que se haya “recuperado” una institución “que se percibía como fallida y fuente de constantes problemas” y ensalza los avances en materia de paridad en la cúpula judicial, aunque recuerda que queda todavía camino por recorrer.

¿Qué valoración hace de este primer año como vocal?

El balance general es innegablemente positivo por varias razones. Primero, por el nombramiento de la Presidencia, que se logró que fuera mujer, progresista y que no fuera impuesta por el poder político. Fue un nombramiento histórico que ha sido clave en el discurrir de la institución. Segundo, se ha recuperado una institución que se percibía como fallida y fuente de constantes problemas. Tercero, se han desatascado los nombramientos. Teníamos una mochila de 161 plazas [pendientes de cubrir] y creo que hay que felicitar a los vocales y a la Presidencia por haber podido sacar este número de nombramientos en un tiempo tan breve.

Uno de los objetivos era devolver la normalidad a los nombramientos. Es algo que se ha conseguido, pero las cifras evidencian el dominio conservador. ¿Está satisfecho?

En relación con los nombramientos hay dos cuestiones: la paridad y el carácter progresista o conservador. Sobre la paridad la valoración general es positiva porque se ha alcanzado en el cómputo global —41% mujeres y 59% hombres — y se ha cumplido la ley. Sin embargo, ese objetivo de paridad no se ha cumplido en cinco de los once ámbitos de gobierno, aunque sí se ha logrado un incremento en la cifra de magistradas. Por tanto, aun no cumpliéndose el objetivo en estos ámbitos, hemos caminado hacia ese objetivo de forma absolutamente clara e inequívoca.

En relación con el carácter progresista o conservador tengo que significar que todos los nombramientos se han hecho por unanimidad o por una muy amplia mayoría. Desde un primer momento asumieron las negociaciones vocales progresistas designados por el PSOE y no se admitió ninguna otra intervención. A pesar de eso, apoyé hasta 135 nombramientos negociados por estos vocales y decididos por ellos. A partir de mayo, cuando ya llevábamos un centenar de nombramientos y estábamos en situación de hacer un primer balance, discrepo de la política que se estaba desplegando. A partir de ahí he votado a los que he creído con mayor mérito capacidad y sensibilidad progresista. Me refiero a 20 votaciones en las que he votado solo con algún vocal, pero en contra de los candidatos que han acordado el sector progresista y el conservador.

Después de 28 años de presidentes conservadores en el CGPJ, la renovación del pasado verano con una exigua mayoría progresista abría la puerta a un reequilibrio en la correlación de fuerzas en las cúpulas de los tribunales a favor de los progresistas. ¿Qué ha fallado?

No voy a entrar en ningún tipo de polémica. Lo único que puedo decirle es que yo no he participado en las negociaciones. Cuando llevábamos más de un centenar de nombramientos y ese desequilibrio era evidente decidí no apoyar la política de nombramientos. He seguido sin negociar los nombramientos, pero no aceptando los acuerdos adoptados por los vocales propuestos por el PSOE y el sector conservador. ¿Qué ha fallado? Probablemente, la estrategia o no sabría decirle. Son las personas que han negociado las que tendrían que explicarlo. Le puedo explicar mi posición, mi apoyo al bloque progresista en el 80 o 90% de las ocasiones. Pero por qué se ha llegado a estos acuerdos o no se ha llegado a otros distintos… pues, evidentemente, si no he negociado, no puedo ni explicar ni asumir.

Mi compromiso con los valores progresistas es inequívoco. En 2018 me presenté a las elecciones en la Asociación Juezas y Jueces para la Democracia con un programa político que resultó ser el más votado. Intento cumplir ese programa y una de sus partes es devolver la sensibilidad progresista a los ámbitos de gobierno de la judicatura. El objetivo principal es que se cumpla el programa, no con quién se vota o con quién se deja de votar.

Sin embargo, esas discrepancias sólo se dan en el bloque progresista, que se ha dividido en varias votaciones, mientras el sector conservador siempre se ha mantenido unido. ¿Cómo lo valora?

No considero que la diversidad de opiniones sea una división. La pluralidad es un valor superior del ordenamiento jurídico. Me parece positivo que en el bloque progresista haya diversas formas de ver la política judicial y quizá la cuestión es cómo se gestiona esa diversidad. En el último pleno los nueve vocales progresistas votaron en cuatro ocasiones a opciones distintas. Ahí hay un tema de pluralidad que probablemente se tendría que gestionar de otra forma, explorando algunas vías de lograr un entendimiento.

La prioridad es apoyar un programa político progresista que aborde la igualdad, la paridad, las cargas de trabajo, la precariedad de determinadas plazas judiciales… y que se pueda rendir Justicia a la ciudadanía y dar solución a sus conflictos de forma ágil, rápida y eficaz. Hay supuestos como la prevención de riesgos laborales y la salud laboral que son grandes retos que estamos afrontando codo con codo con el sector progresista. Pero, efectivamente, hay puntos de discrepancia que habría que intentar gestionar de forma mejorable.

Algunas voces del órgano creen que la debilidad de la izquierda del CGPJ deriva la propia elección de la presidenta, Isabel Perelló, supuestamente progresista, pero que no era la candidata de este bloque. ¿Lo ve así?

Me resisto a verlo así. Isabel Perelló fue una apuesta personal, en mi caso, y de otras personas del grupo progresista. El hecho de ser la primera presidenta no impuesta, señalada o designada ha sido un elemento clave en este mandato. Estamos manteniendo relaciones absolutamente fluidas y leales con el Ministerio de Justicia y con el resto de instituciones. El Consejo ha realizado informes sobre los proyectos de ley del Gobierno que habrán sido de mayor o menor agrado, pero la separación de poderes implica que los poderes deben coordinarse, pero no que deban interferirse.

No creo que las pequeñas diferencias que puede haber dentro del sector progresista puedan venir de ahí. Ha pasado un año y todos estamos en situación de aceptar que la Presidencia es la que es y que institucionalmente tenemos la obligación de apoyar esa Presidencia, que representa a todas las sensibilidades. Lo que tenemos que hacer es apoyar a esa Presidencia para que la institución siga funcionando con normalidad constitucional, que es lo que la ciudadanía espera.

Dice que hay que apoyar a la presidenta. Usted en alguna votación llegó a alinearse con Perelló y el bloque y conservador. Eso es algo que molestó a algunos de sus compañeros de grupo. ¿Por qué lo hizo?

La política de nombramientos no estaba yendo por los cauces que se adecuaban al programa político que yo presenté y, por lo tanto, negocié en una ocasión y para dos cargos menores con la presidenta y con el bloque conservador. Además, desde el sector progresista no me llegó absolutamente ninguna propuesta sobre esos cargos a los que se refiere. Quiero subrayar que los vocales propuestos por el PSOE han negociado en 161 ocasiones con el sector conservador. Francamente, me pareció la reacción un tanto desproporcionada.