El chino Wu tenía pensado inaugurar su establecimiento comercial este miércoles 13, para ello había previsto hasta el más mínimo detalle, menos un incendio.

Atiborrado de mercancía, con dos monumentales aires sin estrenar, únicamente esperaba hacer sonar la caja registradora para comenzar a pagar los créditos.

Su ilusión se desplomó abruptamente cuando, sobre las 9 pm del martes, a horas de abrir las puertas al público, comenzó la candela.

Primero chiquita, luego rastrera cual culebra, por ultimo monumental, arrasando con cuanto material combustible hubiera.

Con quemaduras en un brazo, tratando de hacer frente a lo imposible, se arrepintió mil veces de no haber tomado las precauciones de rigor. Tanto cuenta surtir el negocio como protegerlo, más aun al no saber a ciencia cierta con cua

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