Cuando parecía que el barco volvía a hacer agua, los Marlins sacaron pecho.
Después de dos derrotas consecutivas y frente a unos Astros peligrosos que habían aprovechado cada grieta en el montículo de Miami, el equipo local se plantó con temple y venció a Houston 6-4 en un juego donde cada out fue una batalla.
Pero el momento que definió la noche llegó en el octavo inning cuando los Astros llenaron las bases sin outs y parecía que el empate —o incluso la ventaja— estaba a punto de llegar.
El público en el loanDepot park se puso de pie, algunos sin aliento, cuando el manager Clayton McCullough confió en Calvin Faucher, un hombre acostumbrado a lidiar con fuego.
Faucher enfrentó a la potente alineación de Houston que le llenó las bases y amenazaba con tomar el control del encuentro. Co