Por Jaime Fauré, académico de Psicopedagogía UNAB.
En la escuela es posible encontrar muchas ideas que simplemente damos por ciertas. Algunas se repiten una y otra vez, ya sea en políticas públicas, en reuniones de apoderados o en conversaciones cotidianas. Pero no por eso tenemos que darlas por ciertas. Que nos digan qué es “bueno”, qué es “normal” y cómo deben actuar quienes aprenden y enseñan no significa que siempre tenga que ser así. De hecho, muchas veces detrás de estas ideas se ocultan otras formas posibles de entender la educación.
Uno de esos discursos dominantes es el de la competencia. La escuela, bajo esta lógica, se convierte en un espacio donde se premia a quienes rinden más, se mide el éxito con puntajes y se asocia el mérito al esfuerzo individual. Lo que no entra en una