Cuando lo reciente pesa más que lo real. muestra que la mente humana no es una calculadora objetiva, sino una máquina de atajos mentales. Entre estos, ninguno tan peligroso para la democracia como el “sesgo de disponibilidad”: ese impulso que confunde lo vívido con lo frecuente, lo reciente con lo relevante.
En nuestra entidad, este fenómeno distorsiona constantemente el debate público. Cuando ocurre un crimen espectacular, inmediatamente se sobreestima la inseguridad, aunque las estadísticas muestren tendencias a la baja.
Un escándalo de corrupción hace que muchos asuman que “todos los políticos son iguales”, borrando de un plumazo casos de honestidad probada. Las redes sociales amplifican este efecto: un video viral de un funcionario equivocado vale más que 100 informes técnicos.
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