Larry Summers, exfuncionario de la administración Clinton, comparó las políticas económicas de Donald Trump con las del peronismo de 1946, calificándolas de “aterradoramente parecidas”. Sin embargo, su lectura histórica incurre en una omisión grave: antes de Perón, Argentina no era una potencia en decadencia, sino un país periférico, con una economía dependiente, sin industria, sin trabajo para todos y relegado al rol de granero del mundo.

La Argentina de principios del siglo XX exportaba materia prima sin valor agregado, mientras las potencias industriales —como EE.UU., Alemania o Inglaterra— se enriquecían transformando esos recursos en productos manufacturados. No había fábricas, ni desarrollo tecnológico, ni inclusión social. La riqueza quedaba en manos de pocos, y el país funcionaba

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