Por Sergio Ocampo Madrid

Puedo entender a quienes están de fiesta por el fallo contra Álvaro Uribe, a todos esos miles de miles que todavía están celebrando el llamado a responsabilidades, al menos momentáneo, al menos parcial, de este hombre, quizás el gran árbitro de la política colombiana en lo que va del siglo XXI.

Creo que, de muchas formas, el expresidente se buscó este final, con tantas acciones en los límites de la legalidad, estirando la verdad hasta desfigurar la moral pública, y con la ñapa de exigirnos verlo como el demócrata, el patriarca, el hombre probo. El grancolombiano.

Devolviendo la película hasta los inicios de 2002, cuando entró pisando fuerte en la escena pública, él, que había sido un actor más o menos de reparto, la historia tendría para cobrarle muchas cosas p

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