Transcurridos más de seis meses desde la toma de posesión de Donald Trump, resulta ya evidente que Estados Unidos se encamina al autoritarismo. Las muestras más cercanas de su manera de entender el poder son las recientes y humillantes imposiciones en materia arancelaria y de defensa a sus tradicionales socios europeos, pero la más relevante es su desprecio hacia las instituciones de su propio país. Así, resulta inverosímil el ataque a la Reserva Federal o el cese de la responsable de la Oficina de Estadística Laboral porque las cifras de empleo no resultaban favorables a sus intereses.
Pero lo más sorprendente en ese camino hacia la autocracia es el silencio de la ciudadanía. La que se consideraba un ejemplo de política y sociedad civil independiente y articulada resulta que, cuando más