Como sucede a partir de 2018, cuando por el empuje de millones de votos arribó un nuevo gobierno, cada que se anuncia una reforma electoral saltan a descalificarla voceros del viejo régimen, movidos por “expertos” completamente rebasados por el juicio de la historia, dada su oposición a los cambios.
El régimen político que cometió los dos grandes fraudes electorales de 1988 y 2006, durante décadas impidió el acceso a cargos de representación a diferentes sectores, como mujeres, jóvenes, indígenas, migrantes o integrantes de las minorías. Y así contuvieron el empuje de obreros, campesinos, empleados, que provinieran de sectores independientes, no se diga de quienes abrigaron la ideología de izquierda, democrática, progresista. Con sus reformas electorales, urdidas por las cúpulas partidist