La mayoría de los analistas internacionales de Occidente, formados en la tradición supremacista que desprecia todo aquello que no ha sido liderado por Estados Unidos y la Unión Europea, ha abonado la ilusión de un Donald Trump dispuesto a quebrar los acuerdos bipartidistas básicos del sistema político de los Estados Unidos. Para justificar dicha hipótesis, exhibían los postulados trumpistas de pacificación en la guerra en Ucrania, su alejamiento de las intervenciones militares, su enemistad con el denominado ( Deep State ) y el aparente énfasis industrialista, alejado de las premisas financiaristas. Esta última dimensión facultó a pensadores domésticos a fantasear con un espejismo "nacionalista" que daría paso a mayores posibilidades soberanas para el resto de los países.

Ni unos ni otr

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