Los pueblos originarios de México, parte aristocrática (si cabe) del “pueblo bueno y sabio” sobre el cual la Cuarta Transformación sostiene su legitimidad moral y antropológica, podrían estar en riesgo de demandas millonarias por utilizar los diseños y llantas de automóvil en la fabricación artesanal del huarache (“kwarachi”, en lengua purépecha).

Huarache, esa sandalia rústica de tiras de cuero montadas con clavos o alambres sobre un trozo de llanta como suela, utiliza la creatividad industrial de los inventores de la llanta (Continental introdujo el dibujo en el piso rodante del neumático en 1905), de la misma forma como los fabricantes de calzado informal “Adidas”, se fusilaron el diseño las correas del calzado nacional.

Una aportación siginificativa, sin duda a la cultura universal.

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