La de la sidra, como la de la propia Asturias, es una historia de supervivencia. Con un pasado plagado de altibajos, ha sabido renacer tras cada golpe. Una bebida campesina y artesana, que surgió en una región pobre y en una sociedad rural hoy casi en extinción, ha logrado llegar a lo más alto con el reconocimiento mundial de su singularidad. Ya va siendo hora de darle el impulso necesario para que pegue el estirón definitivo.

Desde hoy, LA NUEVA ESPAÑA ofrece a sus lectores durante cinco domingos una colección de libros sobre la bebida regional por excelencia como una manera de celebrar el año en el que pasó a integrar la lista del patrimonio inmaterial de la Humanidad y como muestra de aprecio por una cultura milenaria, de fuerte identidad y carácter comunitario. La sidra está en t

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