El ser humano masculino tiene más fallos de programación que Grok, por experiencia propia lo digo. Uno de esos códigos defectuosos se activa en mí como un resorte cuando llegan las vacaciones y se abre el maletero en el destino tan anticipado. Escaneas el contenido y un extraño impulso se presenta como un desafío contra el universo, una llamada que me empuja por mandato automático hacia la obligación moral de transportar todo el desmesurado contenido en un viaje desde el coche al hogar de descanso. Parece demasiado, pero cruzas mochilas sobre el pecho como Rambo. Enganchas a la maleta una bolsa de deportes y llevas otra enorme del Mercadona con el meñique. Bueno, no creo que se gangrene este dedo si enrosco en él esta asa de plástico. ¿Quién dijo que la barbilla no puede sostener un par de

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