El regreso al lugar donde uno creció puede desatar la obsesión por encontrar a la gente del pasado y acabar fracasando en el intento

Un día, una mujer me saludó mientras esperaba en un semáforo. Creía no haberla visto en mi vida y supongo que mi cara fue suficientemente explícita. “Soy tal , la asesora de tal , que acabamos de estar juntos mientras le hacías la entrevista”. No sé si me puse rojo o blanco, pero no fue ni la primera ni la última vez que borraba una cara de mi memoria. En otras ocasiones las he confundido y he llegado a saludar de forma efusiva a personas equivocadas. “¿Nos conocemos?”, me preguntó uno. Vaya, pues quizás no. Lo siento.

He pensado mucho en ese cuadro de Magritte, en el que una manzana hace imposible reconocer su autorretrato . Es una buena ilustración

See Full Page