Los números nos definen. Son parte fundamental de nuestra personalidad. Indican nuestra edad, cuántas veces sonreímos o los días que faltan para que lleguen las vacaciones. Con ellos, las playas se llenan de sudokus, distinguimos qué autobús tomar y contamos los kilómetros viajados. Gracias a ellos, llenamos el estómago indicando la cantidad de comida al carnicero, o nos hacemos a la idea de cuántas personas han asistido junto a nosotros al concierto de la temporada. « Son los números los que nos permiten salir de la indeterminación, ‘‘cuantificar’’ y, por tanto, conocer », definen a este diario el astrofísico Tommaso Maccacaro y el historiador Claudio M. Tartari, ambos autores de un volumen que trata de poner encima de la mesa hasta qué punto el ser humano, además de emocional e imprede

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