El temor a no decir las cosas por su nombre y la uniformización del lenguaje hacen que a menudo se pierdan los matices necesarios para comprender exactamente de qué estamos hablando. Nos referimos a expresiones como menores no acompañados . Si nos atenemos a su literalidad y a los contextos en que se utiliza, podemos llegar a pensar que el problema esos menores es que han sido abandonados sin ninguna consideración por sus progenitores y que de ahí vienen su desamparo y la necesidad de protección en la sociedad de acogida. Pero la realidad es más compleja.

Estos menores protagonizan hoy, a su pesar, el arranque de la semana política. Un pequeño grupo del millar largo de solicitantes de asilo llegados a Canarias en cayuco que, por orden del Tribunal Supremo, deben ser distribuidos por la

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