
Quien llega a la Praza do Obradoiro , sea peregrino o turista, entiende de inmediato que el esfuerzo ha merecido la pena. Basta con alzar la vista frente a la imponente fachada barroca de la Catedral de Santiago para que una frase tan sencilla como “ha valido la pena” cobre todo su sentido. Es el broche final perfecto a un viaje espiritual, físico y simbólico que atraviesa caminos, pueblos, lluvias y certezas.
El Centro Histórico de Santiago fue declarado Conjunto Histórico en 1940, ampliado en 1976 y finalmente reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO el 4 de diciembre de 1985. No es casualidad. Las calles empedradas , los monasterios, palacios y construcciones populares conviven en un equilibrio que emociona. A todo ello se suma la dimensión espiritual y cultural que ha hecho de la ciudad un faro para Europa desde hace más de mil años.
La raíz de Europa
Todo comenzó el 25 de julio del año 813, cuando el obispo Teodomiro confirmó el hallazgo del sepulcro del Apóstol Santiago en San Fiz de Solovio, una aldea perdida que acabaría convirtiéndose en Compostela. Desde entonces, el flujo de peregrinos no ha cesado. Fe, cultura, comercio y política empezaron a circular a través del Camino de Santiago , consolidando a Compostela como la “raíz y fundamento de Europa”.
Hoy, ese legado se puede sentir al recorrer sus plazas, contemplar sus fachadas o pasear por la Rúa das Hortas o la Praza da Quintana . La ciudad respira historia a cada paso, pero también presente: el Centro Galego de Arte Contemporáneo o el Auditorio de Galicia dialogan con siglos de memoria viva.
Las cuatro plazas que rodean la Catedral
Cuatro plazas rodean la Catedral, y cada una representa una entrada simbólica a la ciudad. La Praza do Obradoiro debe su nombre al taller (obradoiro) donde, entre 1738 y 1747, se labraron las piedras de la actual fachada barroca, obra de Fernando de Casas e Novoa. Las torres alcanzan los 74 metros de altura y, a su lado, se alza el Palacio de Xelmírez , del siglo XII, junto al Museo Catedralicio .
En el mismo entorno, el Palacio de Raxoi y el Colexio de San Xerome completan el conjunto monumental. El primero, de estilo neoclásico, fue seminario y casa consistorial; el segundo, con su portada románico-ojival, fue fundado por el obispo Fonseca. El histórico Hospital Real , hoy Parador dos Reis Católicos , fue un refugio para peregrinos y enfermos, y hoy ofrece descanso con vistas a la historia.
La Acibechería, las Praterías y A Quintana
La Praza da Acibechería es la primera que ve el peregrino que entra por el Camiño Francés . Conocida antiguamente como la Puerta del Paraíso, debe su nombre al arte de la azabachería, tan ligado a la peregrinación desde el siglo XV. Allí estaban los talleres donde se vendían objetos de recuerdo y protección.
En el lado opuesto, la Praza das Praterías acoge la puerta meridional del crucero, adornada con rica iconografía románica. En ella se levanta la Torre del Reloj , también conocida como Berenguela , rodeada de edificios barrocos y el antiguo Banco de España, que pronto será el Museo das Peregrinacións .
Y justo detrás de la catedral, se abre la Praza da Quintana , donde se encuentra la Puerta Santa , visible solo en los Años Santos Compostelanos , cuando el 25 de julio cae en domingo. Es allí donde muchos peregrinos cierran su viaje espiritual cruzando su arco milenario.
Santiago, principio y final
El Centro Histórico de Santiago es el escenario perfecto para el desenlace de un viaje, pero también el inicio de otro: el de la contemplación, la cultura, la memoria. Entre piedras, plazas, aromas y canciones, Compostela ofrece al peregrino no solo un final, sino una promesa: que cada camino que se anda, deja algo en quien lo recorre… y mucho más en quien lo alcanza.