Las traiciones políticas de cara a la sucesión gubernamental ya están y cada día se incrementarán. En Tlaxcala, la historia política de los últimos 25 años demuestra que la alternancia no sólo trajo pluralidad, sino también una dinámica recurrente: la traición en las sucesiones gubernamentales para subsistir.
Desde 1998, cuando Alfonso Sánchez Anaya rompió con el priismo que lo formó para convertirse en el primer gobernador surgido de la “oposición”, quedó claro que la lealtad partidista y personal es tan efímera como las coyunturas electorales: imperan los intereses personales.
Maquiavelo advertía en El Príncipe que “los hombres olvidan con mayor rapidez la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio” y en Tlaxcala, para muchos, ese patrimonio es el poder político, y cuando l