El asesinato selectivo e intencionado de cinco profesionales de Al Jazeera evidencia una vez más la falta de cabeza moral (o respeto por el derecho internacional) del gobierno israelí. Incluso la guerra tiene una serie de normas y una de las esenciales es que los periodistas no sean objetivo militar. La capacidad de crónica y testimonio de los reporteros es imprescindible para denunciar el incumplimiento de las convenciones en tiempo de conflicto. La erradicación sistemática de profesionales de los medios muestra cómo Netanyahu no quiere cámaras ni micrófonos en la víspera del empleo de la Ciudad de Gaza.

Para perpetrar estos asesinatos hace falta algo de relato. En ese caso, se acusaba a Anas Al Sharif de ser terrorista de Hamás, pero Israel no ha suministrado ninguna prueba que sustente

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