El colapso del dólar nos acompañará por el resto de nuestras vidas. La coyuntura actual es ácidamente evidente y se resume en un paradigma muy sencillo: el mundo entero es monetariamente licuatorio y esta realidad obliga al administrador de carteras a reconocer la permanente depreciación del dólar norteamericano contra activos reales (acciones, commodities, real estate, pochoclo) que obliga, a su vez, a la permanente compra de activos financieros para evitarla, muy a pesar de su volatilidad, la cual no es para nada trivial.
Esta realidad refleja lo perverso del equilibrio al que nos lleva la Reserva Federal en el sentido que, para evitar la licuación que dicho organismo propone, el mundo entero debe asumir riesgo permanentemente , aspecto que sesga toda estrategia de construcción