Las banquetas en Saltillo rechazan a las personas que más las necesitan.

En la ciudad transitar a pie es complicado, por decir lo menos, y es algo que cualquiera puede constatar. Basta salir a cualquier banqueta para ver que no existen, o que están invadidas con automóviles estacionados, sillones, cubetas, carritos de venta, material de construcción y hasta refrigeradores.

Pero este reportaje no trata sobre ese tipo de banquetas. Trata de aquellas que sí existen, que no están invadidas, pero que, irónicamente, fueron construidas pensando en los automóviles, no en las personas peatonas.

La calidad de las aceras dice mucho sobre la calidad de vida que una ciudad ofrece a sus habitantes. Por pequeña que parezca, una acera es una vía para ejercer derechos fundamentales.

VANGUARDIA

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