La segunda mitad de 2025 se vislumbra como un periodo marcado por la intensificación de las tensiones internacionales y la consolidación de un escenario global fragmentado, carente de liderazgos efectivos y con consecuencias significativas para el orden económico y político. El análisis geopolítico más reciente se caracteriza por la ausencia de una potencia dominante capaz de definir reglas, orientar la cooperación internacional y contener los riesgos sistémicos. Esta deriva hacia el desgobierno internacional conlleva impactos concretos para América del Norte, en particular para México, Estados Unidos y Canadá, cuyas economías profundamente integradas enfrentan una serie de desafíos en materia de comercio exterior, estabilidad institucional y política industrial.
La reconfiguración del li