La democracia mexicana enfrenta un nuevo punto de inflexión con la propuesta de reforma electoral impulsada en los últimos años. Bajo el argumento de reducir costos, combatir el burocratismo y fortalecer la representatividad, esta reforma ha generado un intenso debate en la sociedad, los partidos y las instituciones.
Como toda transformación profunda, implica beneficios potenciales, riesgos importantes y un alto costo político que, de no gestionarse con responsabilidad, podría erosionar pilares fundamentales de la democracia mexicana.
El núcleo de la propuesta se centra en tres grandes ejes: la reconfiguración del Instituto Nacional Electoral (INE), la elección por voto popular de los consejeros electorales y magistrados del Tribunal Electoral, y la reducción de plurinominales en el Cong